Una vez más estamos invitados para recorrer
el camino de preparación que nos conduce especialmente a Belén, donde el Niño
Dios sale a nuestro encuentro para
renovar la fe, la esperanza y sobre todo el amor.
Por lo tanto debemos estar atentos,
vigilantes y muy preparados en armonía con el Adviento, tiempo propicio que nos
permite celebrar la Navidad, con la esperanza puesta sobre la venida definitiva
del Señor, al final de los tiempos.
“¿Cómo prepararnos para abrir el corazón al Señor que viene? La actitud espiritual de la espera vigilante y orante sigue siendo la característica fundamental del cristiano en este tiempo de Adviento. Es la actitud que adoptaron los protagonistas de entonces: Zacarías e Isabel, los pastores, los Magos, el pueblo sencillo y humilde, pero, sobre todo, la espera de María y de José”. (Papa Benedicto XVI; 20-12-2006)
Sublime, sencillo y original así es el
Adviento, tiempo litúrgico que nos invita a profundizar en la oración y sobre
todo en la meditación de la obra salvadora de Dios, plasmada desde la
Anunciación, encarnación y nacimiento de Jesús. Por eso las celebraciones
litúrgicas en el Adviento tienen un triple significado de recuerdo, presencia y
espera.
Al iniciar nuestro recorrido hacia Belén digamos
como el Salmista: “Descúbrenos Señor tus
caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y Salvador
y tenemos en ti nuestra esperanzas” del salmo 24.
Aprovechemos las cuatros semanas que nos
brinda el Adviento para reorganizarnos espiritualmente, planteándonos
propósitos y metas a nivel personal, familiar, laboral y social, para renovar y
fortalecer nuestra fe de cara al nacimiento del Niño Dios el Emmanuel “Dios con
nosotros”.
Así como nos afanamos con las compras y
decoración navideña hagamos lo propio para revestirnos de Cristo, como la
afirma San Pablo (Rom. 13,14).De tal manera que en el camino a Belén la alegría
y esperanza propia de la fiesta navideña, nos permita celebrar a plenitud la
mayor expresión de amor divino hecho carne, con el nacimiento del Niño Jesús, con
lo cual Dios instauró su reino de amor, justicia y paz para nuestra salvación.
“En definitiva, el Adviento viene para introducirnos en una dimensión más bella y más grande”…es una invitación a la vigilancia, porque no sabiendo cuando vendrá Él, se necesita estar siempre preparados… La primera visita ocurrió con la Encarnación, el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén; la segunda en el presente: el Señor nos visita continuamente, cada día, camina a nuestro lado y es una experiencia de consuelo; y al final será la última, que profesamos todos cada vez que recitamos el Credo: ‘Dios vendrá de nuevo en la gloria para juzgar a los vivos y a los muertos”. (Ángelus: 27-11-2016)
Lcda. María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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