Despuntando el alba, a cielo abierto, a orillas del Lago de Tiberiades, Jesús Resucitado sale al encuentro.
Desde ese momento el Señor manifiesta a sus discípulos de ayer, hoy,
mañana y siempre, que él es la luz que nos ilumina, acompaña y guía en
todo momento, por más oscura, larga y difícil que sea la noche.
Siguiendo el relato de San Juan, nos ubicamos en Galilea, junto a Pedro y varios discípulos que retoman la pesca, (Jn 21, 2-3).
Pero nos queda claro que su esfuerzo humano fue en vano hasta que el
Señor reaparece con la fuerza de su Resurrección, para enseñarnos que
junto a él, todo cambia para nuestro bien.
Hay un antes y un después del encuentro personal o comunitario con
Jesús Resucitado, èl es el contraste perfecto entré la luz y la
oscuridad, entre el fracaso y el verdadero éxito, entre la noche
infructuosa y el amanecer fecundo.
En virtud de la esencia de la Pascua, muchas cosas cambian en la vida
diaria, sí en ocasiones nuestro esfuerzo es inútil , guiados por la
palabra del Señor, todo es diferente. Sólo basta, reconocerlo, (Jn 21, 7) aceptarlo, escucharlo y obedecerle, a través de su Palabra,en oración y frecuentando los Sacramentos.
"Jesús se acercó, tomó pan y se los dió.Lo mismo hizo con el pescado". (Jn 21, 13)
Que la "Gloria del Resucitado"
nos ayude a ser testigos y anunciadores del Evangelio y así conozcamos,
sirvamos y amemos más a Jesús y podamos afirmar siempre:
"Señor, tu lo sabes todo, tu bien sabes que te quiero". (Jn 21,17)
Lcda. María Isabel Espina de Duarte.
Twitter: @mabelespina
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