Desde la Ascensión del Señor la tarea encomendada por Jesús a sus discípulos es muy clara y contundente; "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura". (Mc 16,15)
Está misión evangelizadora que se inicia formalmente en Pentecostés, es también nuestro compromiso a la luz del bautismo y de la esencia de la fuerza resucitadora de Cristo impregnada en cada uno de nosotros. Quien hoy también nos envía repitiendo; "La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos". (Lc 10, 2)
La tarea evangelizadora debe ser humilde, voluntaria, sincera y esperanzadora, un reflejo del testimonio de fe y vida cristiana, con la esperanza de poder llegar al Cielo.
Porque asumir la misión evangelizadora plantea la necesidad de madurar en la fe, como compromiso de vida, para anunciar a todos la Buena Nueva del Reino de Dios, (Lc 10, 9).
Además porque todos podemos y debemos ser evangelizadores, anunciando la Salvación de Dios para la humanidad y así escribir con tinta de fe y caridad, "nuestros nombres en el cielo". (Lc 10,20)
Lcda. María Isabel Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina
No hay comentarios:
Publicar un comentario