La Oración es el punto de encuentro entre Dios y sus hijos, por eso conviene desde la perspectiva de la fe, orar todos los días con perseverancia y devoción, así como nos enseñó Jesús quien siempre oraba aun entre la multitud y en los momentos previos a su Pasión y Muerte (Lc. 22, 41 – 43).
La Oración nos permite encontrarnos con Dios, llenarnos de su Gracia y vaciarnos de nuestro YO, cargado de tantos problemas, dudas y pecados.
“La dificultades principales en el ejercicio de la Oración son: La Distracción y la Sequedad. El remedio está en la fe, la conversión y la vigilancia del Corazón” (Catecismo # 2754).
Por lo tanto santifiquemos el tiempo Orado, buscando siempre espacios en nuestra apretada agenda de cada día para acoger las gracias de Dios que solo la Oración personal o comunitaria nos permite alcanzar.
Preferiblemente con una plegaria espontanea, sencilla y confiada de alabanza, acción de gracias, reflexión y suplica invocando al Espíritu Santo y meditando la Palabra de Dios.
Como recomienda el Santo Padre Pio de Pietrelcina “Jamás se puede retroceder en la vida espiritual, porque la Oración es el armas más poderosa que tiene el cristiano, por ser la llave del corazón de Dios”.
Lcda. María Isabel Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina
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