Con el Adviento comienza el año litúrgico y está compuesto
por cuatro domingos ante de la Navidad.
Como sabemos el tiempo litúrgico está estructurado en torno a
la acción de Dios en favor del hombre manifiesta en el ministerio salvífico de
Cristo, como una proclamación gozosa de las maravillas hechas por el Señor.
En la constitución del Vaticano II sobre la liturgia se
afirma: "La Santa Madre Iglesia considera deber suyo celebrar con Sagrado
recuerdo en días determinados a través del año, la obra salvadora de su divino
esposo” (SC. 102).
Adviento significa venida, llegada por eso es un tiempo
dedicado a la preparación de Jesús que se encarna en la realidad de los hombres
y mujeres de nuestro tiempo.
Dentro del calendario litúrgico de la Iglesia el Adviento tiene
doble misión:
La Primera consiste en preparar de forma inmediata el encuentro
con Jesús en la celebración de su nacimiento en Navidad.
Y La Segunda misión del Adviento tiene una visión mucho más
amplia: Preparar al Creyente sobre la venida definitiva del Señor glorioso al
final de los tiempos.
En el inicio de un nuevo año litúrgico esta vez ciclo A:
dispongamos el espíritu para revivir día a día todo el “Misterio de Cristo” y en
caso específico del tiempo de Adviento la palabra de Dios nos invita a estar
despiertos, alertas y preparados para su llegada. Para celebrar la esencia de
la navidad con esperanza.
Así como lo
afirma San Pablos los Romanos: “Ya es hora de despertar del sueño porque
ahora nuestra Salvación está más cerca que empezamos a creer. Nuestra Salvación
está más cerca…
Dejemos las actividades de las tinieblas y revistámonos de luz. (Rm. 13,
11 – 12)
Lcda. María Isabel Espina
Twitter: @mabelespina
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