Reconocer y celebrar a Cristo como Rey del Universo y sobre
todo como Rey de la Vida es validar la esencia de nuestra fe porque el reinado
de Jesús comienza en el corazón, en el sentir y ser de cada hombre y mujer.
El Señor reina sin lujos, sin corona, sin poder, sin palacios
mucho menos sin ejércitos, porque su soberanía reside consiste en un nuevo modo
de vivir y pensar.
En todo esto la proclamación del Reino de Dios es inseparable
la llamada a la concesión, así se asume el anuncio del Evangelio como opción
personal y como nueva norma de vida.
“Cambien su vida y su corazón porque el reino de los cielos está cerca.”
(Mt. 4, 17).
De tal manera que le corresponde a todo creyente vivir y
testimoniar a Él poder de la obra redentora de Jesús bajo el mandato del amor
fraterno y haciendo nuestras las palabras del salmista:
“Señor tu eres nuestro Rey tu
eres Señor, el rey de todos los reyes. Estas revestido de poder y majestad. Tu mantienes
el orbe y no vacila eres eterno y para siempre está firme en tu trono” (del
Salmo 92)
Lcda. María
Isabel Espina
Twitter:
@mabelespina
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