Ya avanzado el
camino del Adviento la liturgia nos lleva a reflexionar sobre nuestra preparación
espiritual. ¿Cómo esta nuestra pesebre interior? ¿Qué tipo de estrella material
o espiritual nos guía al reencuentro con el Niño Dios?
¿Qué celebraremos a
quien esperamos recibir? ¿Estamos inquietos como Juan Bautista? Quien en su
momento quería saber si Jesús, era el Mesías esperando.
“Juan que había oído en la cárcel
las obras del Mesías, le mando a preguntar por medio de sus discípulos: ¿Eres
tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro”? (Mt. 11, 2 – 3).
Evaluemos entonces
como sabemos según el relato del evangelista Mateo; Jesús a Juan fue una clara
interpelación de su fe, sobre las acciones que él venía ejerciendo en favor de
los más necesitados y excluidos socialmente ahora bien en función de este
relato evaluemos nuestra preparación a la luz de la palabra de Dios y de
nuestra oración personal, familiar o comunitaria.
Para asumir una vida
nueva o renovada con la fuerza del Adviento alejada de los vicios, rencores,
tristezas solo así celebramos la Navidad unidos por el amor y fortalecidos por
la esperanza, como lo expresa San Pablo a Tito: “Vivamos en este mundo como
hombres responsables, justos y que sirven a Dios en espera de que se amplía la
feliz esperanza: la manifestación gloriosa de Jesucristo, Nuestro Dios y
salvador.
Lcda. María Isabel Espina
Twitter @mabelespina
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